La Inteligencia Artificial ha irrumpido en el mundo laboral con una fuerza imparable. Y, lejos de ser solo una herramienta más, está transformando la manera en que entendemos la seguridad, la prevención y, en definitiva, el cuidado de las personas en las organizaciones.
En el ámbito de la Prevención de Riesgos Laborales, la IA abre un horizonte innovador: sistemas capaces de anticipar accidentes antes de que ocurran, dispositivos que monitorizan en tiempo real la fatiga o la postura, cámaras que detectan automáticamente si falta un EPI, plataformas que simplifican la gestión documental… Nunca habíamos tenido tanta capacidad para proteger, con precisión y agilidad, lo que realmente importa.
Pero esta revolución tecnológica trae consigo una reflexión profunda. Como recordó la profesora Mar Alarcón en el Congreso Prevencionar 2025, la IA no libera a las empresas de sus obligaciones: las multiplica. Porque cuanto más avanzadas son las herramientas, mayor debe ser la responsabilidad, la transparencia y la supervisión humana. La tecnología no sustituye la cultura preventiva, la exige.
La normativa española y europea establece claramente que el empresario sigue siendo el responsable último de la seguridad laboral, incluso cuando emplea sistemas de IA. La LPRL (1995) fija un deber indelegable de garantizar la protección efectiva de los trabajadores. El RGPD reconoce el derecho a no ser sometido a decisiones exclusivamente automatizadas, y la Directiva de Transparencia Retributiva (UE 2023/970) exige auditorías algorítmicas para prevenir discriminaciones. Asimismo, el AI Act (2024/1689) clasifica la IA aplicada al ámbito laboral como de alto riesgo, imponiendo estrictos requisitos de calidad de datos, trazabilidad, transparencia y supervisión humana efectiva.
Hoy, más que preguntarnos “qué puede hacer la IA por la prevención”, quizá debamos hacernos otra pregunta:
¿Estamos preparados para que la innovación conviva con una verdadera cultura de seguridad?
Muchos de los retos no son tecnológicos, sino humanos: integrar la ética, proteger la intimidad, evitar sesgos y, sobre todo, no delegar en un algoritmo lo que siempre ha sido indelegable: la protección de la salud de las personas.
La IA nos ofrece un espejo. Nos invita a mirar hacia dentro y preguntarnos si nuestras organizaciones están listas para asumir un liderazgo preventivo más consciente, más maduro y más centrado en el bienestar real.
No se trata de vigilar más, sino de comprender mejor. No se trata de automatizar decisiones, sino de enriquecerlas.
Porque, al final, la tecnología solo es extraordinaria cuando se pone al servicio del bienestar humano.
La prevención del futuro no será solo más digital: será más inteligente, más ética y más humana. Y las empresas que lo entiendan no solo serán más seguras: serán más fuertes, más atractivas y más sostenibles.
La IA no viene a sustituir la prevención. Viene a recordarnos por qué es tan importante.
Virginia Arranz, Responsable del área laboral
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